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jueves, 15 de noviembre de 2012

Unos seres extraordinarios en un mundo ordinario.

Aprovechando que hoy, día 15 de noviembre a las 19:00h, se estrena oficialmente en Madrid (Fnac Castellana) la Trilogía del terror, de Ángel Gómez, publico esta nota de prensa en la que entenderéis el significado de esta terna cinematográfica a la perfección.

"Cuando Orson Welles se refirió al cine como el tren eléctrico más caro del mundo, seguramente no pensó cómo se ajustaría esa idea a los cortometrajes, un formato cinematográfico especial, que deben contener en el metraje de pocos minutos toda la esencia de una historia. Muy lejos están las palabras de ese mítico cineasta, pero Ángel Gómez debería sentirse en cada nuevo proyecto cómo si fuera un niño al que le acaban de regalar el tren más caro del mundo.


Han pasado más de cinco años entre Sed de luz y Pertenecemos a la muerte, la trilogía que se completaría con La última víctima, en donde juega con los iconos del género que desarrollasen la Universal o la Hammer. Sus trabajos suelen contar con claves que va repitiendo en cada uno de ellos, la soledad del personaje, la carga emocional ante la pérdida de un ser querido (siempre mujer) o el tema presente de la muerte. Y cuando se le pregunta por qué elige estas referencias, él lo tiene claro. Se debe a su padre, su principal complice en este pequeño arte del cortometraje y a las amistades que iban a su casa. "Mi pasión por el terror se debe a mi padre Ángel Gómez Rivero, novelista y ensayista, y a sus amistades como Paul Nashy y Chicho Narciso Serrador". Con este bagaje era normal que personajes como Frankenstein, el Hombre-Lobo o Drácula, despertasen el interés de este joven realizador que nos tiene acostumbrado a la tensión y al terror.

El mito vampírico centra el primero de los cortometrajes (Sed de luz) un ejercicio de estilo, a modo de pincelada, en donde sublima a la figura clásica del vampiro junto a su antagonista (Van Helsing). La originalidad la encontramos tanto en un cuidado giro en cuanto a los personajes, como al trasladar la historia a la actualidad. Ángel Gómez propone un juego de máscaras entre el héroe y el villano, pero también lo ambienta en un lugar indeterminado, en el tiempo actual. He aquí otra idea que se repite en cada uno de sus trabajos: la úbicación es indeterminada, pero con un sentido moderno, actualizando estos mitos universales al día de hoy. Lo que no sucede, por ejemplo, en el western Y la muerte lo seguía, donde constantemente nos dice el lugar preciso e incluso se recurre a la voz en off.


La última víctima nos acerca a la actualidad la licantropía, con un pueblo típicamente español, con su castillo y su cuartel de la guardia civil, que aparece abandonado; y un joven que se despierta de pronto sólo en medio de un bosque. Un cortometraje que le da la ocasión para trabajar con la actriz Macarena Gómez y con Juanma Lara, pero que también supone la primera colaboración con su paisano algecireño José María Galeano.

La trilogía la completa Pertenecemos a la muerte, que se rodaría, mientras se preparaba su más ambicioso trabajo "Y la muerte lo seguía". Con este nuevo título, vuelve a contar con un solvente reparto, incorporándose para la ocasión Javier Botet para interpretar a Frankenstein en una versión moderna del mito. Junto a él, repetía José María Galeano, mientras que el toque femenino lo pondría la actriz Elisa Mouliaa. La historia tiene miga, imaginarse que el moderno Prometeo salido de la imaginación de Mary Shelley durante la legendaria velada de la Villa Diodati, estuviera viviendo entre nosotros. "La historia plantea que Frankenstein, inmortal como lo creó Mary Shelley, ha sobrevivido marginado de la sociedad, pero quiere recuperar a la que cree su mujer, un experimento igual que él, posterior, que resultó bien y creó a una mujer perfecta", explica Ángel Gómez, y añade "pero no hay elementos monstruosos más allá del concepto de inmortalidad. Es una historia de amor y desamor realista, ambientada en la cruda realidad".


El mayor logro que veo en cuanto a la planificiación, es que su idea del miedo y la de la tensión viene ligada a la atmósfera que desprenden sus imágenes, en la cruda descripción de los espacios. Algo que cobra tanto protagonismo como el propio argumento, como sucede en las mejores historias de terror. También sería interesante destacar cómo, desde la distancia, esta influencia que se vive en sus cortometrajes parte de la amistad con Paul Nashy, que sirve de gran inspiración, pues estuvo presente en los primeros pasos serios de este joven realizador y continúa en la memoria, en los siguientes. Ahora ahonda en la dirección con más soltura, se atreve con proyectos más ambiciosos como el citado western y se prepara para el mañana, en una profesión y un momento muy complicados."